martes, 5 de septiembre de 2006

EL LABERINTO DEL TIBET

El sábado pasado vi en La 2 (dónde si no) uno de los documentales más impresionantes, por su crudeza, que he visto en mi vida: "El Laberinto del Tibet".

Es una serie de documentales sobre la vida de los pastores de yaks tibetanos, nómadas en las heladas tierras del altiplano.

Son pastores acostumbrados a vivir en condiciones límite, siempre con lo imprescindible, pero que encuentran tiempo para reunirse, hacer carreras de caballos, comer carne de yak y beber su cerveza casera hecha con cebada fermentada. Lo más impresionante es su costumbre funeraria de ofrecer a los buitres los cadáveres de sus seres queridos, en lugar de enterrarlos.

Ya conocía este ritual, pero la forma tan explícita de mostrarlo en este documental me sobrecogió. Vemos llegar a un hombre cargado con un pesado fardo, el cadáver de su esposa, hasta la cima de una alta colina. Allí le espera un hombre encargado de preparar el cuerpo. No es una ceremonia religiosa en absoluto. Los tibetanos son budistas tántricos, como los lamaístas. Para ellos después de la muerte, el alma ya ha abandonado el cuerpo, no hay nada especial en deshacerse de un difunto. Simplemente, no se puede dejar tirado por ahí, y en un terreno permanentemente congelado y carente de piedras del tamaño adecuado, es muy dificil enterrar a alguien. La incineración tampoco es una opción, porque el combustible escasea mucho. Tienen que conformarse con excrementos de yak, y no está la cosa como para desperdiciarlos.















Así que el hombre deja el cuerpo sobre una losa de piedra y el otro lo saca de su sudario, y empieza a abrir la carne de la mujer con un cuchillo. Hace cortes por todo el cuerpo, sobre todo en las zonas más duras, en las que los buitres tendrán más dificil acceso. Abre profundos cortes en los brazos, las piernas, la espalda, la cara. Su indumentaria es muy parecida a la de un carnicero.

Después se aparta y varias docenas de buitres se avalanzan sobre el cadáver disputándose la carne. Cuando sólo queda la osamenta, el marido ayudado de una gran piedra y una maza metálica, va pulverizando los huesos de su mujer, para que los buitres puedan tragarlos. Al final no queda nada. Es un proceso pulcro, porque el cuerpo está prácticamente congelado. No hay sangre. Su alma está ya, desde el momento justo de su muerte, ocupando el cuerpo de un embrión recién fecundado.

Si fué buena, tendrá la suerte de que el embrión sea de un ser humano, si no, será el de otra criatura. Quizá esta mosca que cruza ahora mismo la pantalla de mi ordenador.

4 comentarios:

Joaquim Baptista 05 septiembre, 2006 13:16  

Já tinha visto este documentário há algum tempo no canal Odisseia

Dhouard 09 septiembre, 2006 15:02  

Eso me lleva a pensar cual puede ser el origen de los enterramientos funerarios. ¿Consistía simplemente en poner el cuerpo en un lugar donde, sencillamente,no despidiera olor o había algo más?
Personalmente, pienso que en un principio consistía más en una medida de higiene que en algo religioso está claro que no puedes tener cuerpos desperdigados por los alrededores de tu asentamiento, pues también podrían atraer a las bestias.
¿Qué opinas?

Hurón 09 septiembre, 2006 15:35  

Opino que si la cuestión sólo fuera deshacerse de los cadáveres, lo más sencillo sería comérselos, o usarlos como pienso para animales. Pero tras cada muerte hay una pérdida irreparable. Si se habían establecido fuertes lazos de amistad o amor, el dolor de los familiares o amigos debería de ser muy grande. Una forma fácil de mitigar este dolor es engañarse a si mismos inventando la posibilidad de un futuro reencuentro con los seres queridos. Todos nos engañamos a nosotros mismos. Es un mecanismo psicológico que nos ayuda a seguir adelante en momentos de dificultad.

Yo creo que las ceremonias funerarias no empezaron sirviendo para facilitar el tránsito del alma desde el cuerpo al más allá, sino para calmar el sentimiento de culpa por seguir vivos, que tienen los familiares y amigos del fallecido.

La cuestión religiosa vino después.

Anónimo 25 diciembre, 2006 18:06  

se podria llamar relativismo cultural. Lo que para nuestra cultura europea no sería socialmente aceptado para ellos es la forma más practica de deshacerse de un cadáver,además apoyado en una creencia y forma de vida tibetana. Es que si somos practicos y realistas, no podría ser de otra manera.